Neoticies

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xx-xx-2025

Esa fecha quedó grabada como el último vestigio de aquel hombre. Un día que cerraba un capítulo que, para algunos, había quedado incompleto. En ese momento, estaba rodeado por las pocas personas que realmente lo apreciaban: sus amigos más cercanos y unos cuantos familiares
Algunos observaban en silencio, dejando que la melancolía se mezclara con los vagos recuerdos que tenían de él. Fragmentos de risas, palabras, y momentos que ahora parecían lejanos. Otros estaban allí únicamente por compromiso, atrapados en una mezcla de pena y desconcierto
Pero su madre... su madre no podía resignarse. Buscaba con desesperación una razón, una explicación, algo que pudiera darle sentido al vacío. Se preguntaba una y otra vez por qué lo había hecho. ¿Qué había llevado a su hijo, alguien tan lleno de vida, alguien que para el mundo tenía "potencial," a tomar una decisión tan definitiva?
Ahora, yacía inmóvil en su pequeña cama de madera, donde descansaría por toda la eternidad. Un lugar que sellaba su historia y que, a pesar de todo, no podía contener las preguntas, los dolores, y el eco de lo que pudo haber sido.

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la existencia precede a la esencia

" existencia precede a la esencia. El ser humano, consciente de su vida y de su inevitable finitud, se ve impulsado a buscar, casi con desesperación, un significado que justifique su presencia en este vasto e incomprensible universo. Sin embargo, la imposibilidad de hallar una razón definitiva se convierte en una carga agobiante, una losa que pesa sobre la mayoría
Cada individuo se percibe como único, un ente separado del tejido que compone el mundo que lo rodea. Y, no obstante, por más que intenten distanciarse, todos son parte de un conjunto mayor que los trasciende, un orden al que no pueden escapar, aunque les preceda y los envuelva. Es en esa contradicción entre la singularidad y la pertenencia donde la humanidad se encuentra, buscando un sentido que, quizás, nunca estuvo destinado a ser encontradop>

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el extranjero

Un extranjero, un individuo externo a la sociedad, un sujeto indiferente al bullicio que lo rodea y a los acontecimientos que emergen de este mismo. Es alguien que camina entre el mundo como si no le perteneciera, ajeno a todo y, a la vez, completamente consciente de ello.
Indiferente. Esa es su esencia. Sea el eco de una risa, el fragor de un llanto, el latir agitado de la vida... ¿Qué más da? Incluso frente a la certeza de su propia muerte, permanece inmutable. ¿Hoy? ¿Mañana? ¿En veinte años? Poco importa. Mientras otros tiemblan ante el fin inevitable de su existencia, el extranjero no presta atención. No porque ignore su llegada, sino porque la acepta con una indiferencia que es tan fría como el vacío que habita entre las estrellas.
Ama sin amar, odia sin odiar, desea sin desear. Su vida es una contradicción encarnada, un choque de ideas que a primera vista parecerían irracionales bajo cualquier marco lógico o constructo social. Es consciente de su papel, de su diferencia. Pero no sufre, no se lamenta. Simplemente *es*.
En su incapacidad para sentir las emociones que para el resto son tan naturales, se convierte en una anomalía, un reflejo distorsionado de la humanidad. Ama, pero su amor carece de fuego. Odia, pero su odio no quema. Existe, pero su existencia carece de la pasión con la que otros adornan la suya.
Para la sociedad, es inconcebible que exista un sujeto así: alguien tan libre de las cadenas emocionales que nos atan y nos definen. Y, sin embargo, ahí está. No como un error, sino como un recordatorio de que incluso en lo más extraño, en lo más distante, hay una forma de ser que trasciende las expectativas.

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ultimo suspiro

Un hombre yace en su cama, un hombre viejo, viejo y débil, débil y enfermo vivía apartado del mundo que una vez conoció, separado de las personas que en algún momento lo acompañaron. Los días pasaban uno tras otro, mientras él permanecía sentado, inmóvil, observando el paisaje que lo rodeaba. Ya no era parte de ese mundo; solo un espectador atrapado entre los recuerdos de un pasado que ahora parecía tan lejano.
Su mente vagaba por memorias de lo que pudo haber sido, de las palabras que nunca dijo, de las acciones que dejó pasar. Lamentaba cada oportunidad desperdiciada, cada amistad perdida, y las decisiones que lo alejaron de quienes alguna vez le fueron cercanos. Antes, pensaba que las personas eran obstáculos en su camino hacia sus metas. Qué amarga ironía, ahora que en sus últimos días solo deseaba tener a alguien a su lado.
Ese hombre tenía tanto que decir, tanto que hacer, pero el tiempo, inclemente, no le daba tregua. Miraba hacia atrás con una desesperación silenciosa, anhelando poder retroceder, cambiar su destino, evitar la soledad que lo consumía en sus últimas horas.
Un día, sus ojos, pesados por los años, comenzaron a cerrarse, y cada respiración se volvía más tenue. Al final, lo único que le quedaba era su pasado. y su ultimo suspiro estuvo lleno de pena, un eco del hombre que fue y de las cosas que jamás podrá deshacer